En un nuevo estudio, investigadores asocian tomografías con riesgo de cáncer sanguíneo en niños. El reciente estudio internacional destaca una correlación notoria entre los escáneres de tomografía computarizada (TC) y el aumento del riesgo de cánceres sanguíneos en jóvenes. El análisis comprendió una amplia muestra de individuos menores de 22 años. Todos se sometieron a al menos un escáner de TC. Los resultados, publicados el 9 de noviembre en la revista Nature Medicine, revelan un vínculo indudable entre la radiación emitida por estos aparatos y la incidencia de cánceres de sangre.
Los investigadores determinaron que dosis acumuladas de radiación en la médula ósea, en torno a los 100 miligrays, triplican el riesgo de padecer algún cáncer sanguíneo. Incluso una única tomografía, con una dosis media de 8 miligrays, incrementa este riesgo en los niños alrededor del 16%. En términos prácticos, esto significa que de cada 10,000 niños que se someten a una TC, se podrían esperar entre 1 y 2 casos de cáncer en los doce años subsiguientes.
Para llevar a cabo esta investigación, se unieron esfuerzos de nueve países europeos. El uso extensivo de la TC en las últimas décadas ha generado inquietudes acerca de los posibles riesgos de cáncer. Esto se debe a la exposición a la radiación, especialmente en pacientes jóvenes. En Estados Unidos, se realizan anualmente entre 5 y 9 millones de TC en niños. En Europa, más de un millón de niños se someten a estas pruebas cada año.
Los niños son especialmente susceptibles a la radiación. Son más propensos a desarrollar efectos adversos por el daño radiactivo tras una exposición temprana. Podrían recibir una dosis de radiación mayor de la necesaria si los médicos no ajustan los parámetros de la TC a su menor tamaño corporal.
La exposición radiactiva de las TC se considera baja comparada con otros procedimientos diagnósticos. No obstante, la radiación sigue siendo superior. La implementación de este estudio multinacional fue un desafío considerable. Requirió la extracción de datos de registros radiológicos de 276 hospitales y su correlación con registros poblacionales en nueve países, siempre preservando la confidencialidad de los datos individuales.
El seguimiento de la salud de los individuos se prolongó por cerca de ocho años de media. Aunque las dosis de radiación de las TC han disminuido significativamente en años recientes, estos hallazgos subrayan la necesidad de manejar con cautela su uso en pacientes jóvenes. Es imperativo justificar adecuadamente el procedimiento, considerar alternativas posibles y optimizarlo para minimizar las dosis de radiación sin comprometer la calidad de la imagen diagnóstica. Ya se contaba con estudios que demostraban esta asociación. El que comprueben que asocian tomografías con riesgo de cáncer sanguíneo en niños es algo que todos los padres deben discutir con el pediatra de sus hijos.