Enrojecimiento, picazón, lagrimeo y hasta secreción mucosa del ojo pueden ser los síntomas de una alergia ocular que, tal como sucede con otro tipo de alergias, se desencadena por la presencia de un alergeno.
Se trata de una respuesta exagerada del sistema inmunológico a nivel del ojo, es decir el sistema que lo defiende de los microorganismos, ante una partícula externa o alergeno que en otras personas puede no producir ningún tipo de respuesta, explica el Dr. Alejandro Aguilar, médico oftalmólogo especialista en enfermedades de superficie ocular y Presidente de la Sociedad Argentina de Superficie Ocular.
Para que se produzca la respuesta alérgica es necesario que el ojo se sensibilice al contacto con el alergeno, y esto puede ocurrir en días, semanas, meses o años; por lo tanto una alergia ocular puede empezar en cualquier momento.
En nuestros días donde las condiciones ambientales son extremadamente variables, con fuertes vientos y gran contaminación del ambiente, el ojo recibe a los alergenos en mayor proporción y el sistema inmune lo toma como una agresión que debe ser detenida. Mínimas respuestas diarias del sistema inmune hacen que se vaya produciendo una sensibilización sin síntomas visibles, hasta que un día la respuesta se hace más grande y los síntomas alérgicos aparecen.
La presencia de cenizas volcánicas es otro factor ambiental actual desencadenante de alergias oculares.
Los alergenos más comunes son los ácaros del polvo, el polen, los pelos de mascotas, esporas de hongos, hongos en las casas (de lugares húmedos como baño y cocina) y los cosméticos; estos elementos pueden no ejercer ninguna reacción en determinadas personas pero en aquellas que son susceptibles puede desencadenar una respuesta alérgica.
Existen diferentes tipos de alergia ocular, están las formas agudas como la alergia estacional (predominante en primavera y que recibe incluso el nombre de «conjuntivitis primaveral») y formas crónicas, mucho más severas, como ciertas reacciones a los lentes de contacto, las alergias de contacto, la perenne (que se extiende todo el año) y una forma particular de alergia potencialmente grave que es la denominada «conjuntivitis atópica».
La más frecuente es la alergia estacional; se calcula que hay un 23 % de pacientes alérgicos oculares a nivel global de los cuales el 88 % corresponden a alérgicos estacionales.
La consulta con el especialista cuando se detecta una molestia ocular es fundamental, la primera etapa de una alergia ocular, cuando el ojo reacciona al alergeno, se considera un proceso agudo porque es cuando aparecen todos los síntomas. Si no se tratan a tiempo, pueden avanzar y pasar a una etapa crónica donde aparecen los fenómenos inflamatorios y puede terminar en serias lesiones, sobre todo en la córnea.
Normalmente las alergias oculares se tratan con productos o medicamentos locales: Hay una enorme gama de medicamentos para manejar este tipo de alergias. Son colirios antialérgicos, sin cortisona, muy fáciles de colocar y que dan muy buenos resultados. Eventualmente también se puede incluir algún antialérgico de administración oral.
Se trata de evitar la administración de corticoides porque si bien es muy útil para cortar rápidamente el proceso inflamatorio, en muchos casos hay un uso posterior sin seguimiento o recomendación del especialista que puede derivar en problemas mayores: es muy común que el paciente guarde el medicamento en el botiquín y luego lo utilice otro miembro de la familia sólo porque tiene el ojo rojo. A partir de ese error, puede ocurrir, por ejemplo, que un niño empiece a usarlo porque tiene los ojos rojos al salir de la alberca y, ese uso sin control del médico puede fomentar a futuro la aparición de problemas visuales como las cataratas y el glaucoma.