Muchos padres deciden que sus hijos duerman con ellos en la misma habitación durante años es decir mucho más tiempo que los pocos meses habituales. Y entonces surge la pregunta si es sano que los niños duerman con sus papás. Esta práctica despierta temores. Sin embargo, parece que, en realidad, los chicos que comparten la cama con sus padres muestran el mismo nivel de desarrollo cognitivo. También tienen la misma conducta que los pequeños que descansaron en otra habitación.
A dichas conclusiones llegó un estudio realizado por la Universidad Stony Brook de EE UU, publicado en la revista Pediatrics. La investigación encontró que no hay diferencia estadística en el desarrollo cognitivo y conductual a los cinco años en los chicos que compartieron la cama con sus padres y en los que no. Esta práctica de usar la misma cama se denomina colecho, este hábito genera un acalorado debate a favor y en contra.
Puntos a favor
Los defensores argumentan que compartir el lecho ayuda a que los padres y los hijos duerman mejor. Según ellos favorece la lactancia materna, fomenta los vínculos e incluso disminuye el riesgo de que los bebés sufran el síndrome de muerte súbita. Argumentan que da seguridad al niño al saber que cuenta con sus padres incondicionalmente. Además tanto padres como hijos pueden disfrutar de esta tranquilidad.
Puntos en contra
Los detractores aseguran que al compartir la cama el riesgo de la muerte súbita es en realidad mayor porque existe el peligro de asfixiar al bebé. Además dificulta el sueño de los padres porque tienen miedo de aplastar a sus hijos. También implica contar con ciertas condiciones de aislamiento, lumínicas, térmicas y acústicas que le ayuden a conciliar el sueño. Todo lo que sea perturbar su sueño, como los ronquidos o los contactos por movimientos al compartir la cama, puede favorecer con el tiempo la aparición de trastornos sobre todo insomnio. Además, la costumbre de que el niño duerma con los mayores puede propiciar la práctica de abusos sexuales a los menores. Para los padres dificulta la vida de pareja.
Resultados del estudio
La Dra. Lauren Hale, de la Universidad Stony Brook trabajó con chicos de 944 familias que al momento de realizar el estudio tenían cinco años de edad. Un grupo de ellos había compartido la cama de sus padres hasta al menos los tres años de edad y el resto había dormido en su propia habitación.
Los niños de cinco años que compartieron el lecho con sus padres no presentan ninguna desventaja cognitiva o conductual a los cinco años, si se los compara con los chicos que durmieron en su propia habitación.
Dicho lo anterior, la Asociación Americana de Pediatría en EE UU, se proclama contra la costumbre de que los niños duerman en la misma cama que sus padres.
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