La Asociación Americana de Diabetes completó recientemente un estudio longitudinal de 20 años examinando la relación entre la ingesta de magnesio y la diabetes. Se encontró que un incremento en la ingesta de magnesio se asocia a un menor riesgo de desarrollar diabetes y también a un menor grado de inflamación. El magnesio es necesario para el adecuado funcionamiento de las enzimas involucradas en el metabolismo de la glucosa. Algunos investigadores interpretaron esto recomendando comer más granos enteros ya que tienden a ser ricos en magnesio. El presente estudio comprueba que esto fue un error.
Si bien es una realidad que una alta ingesta de magnesio se relaciona con un bajo riesgo de diabetes, al comer gran cantidad de granos enteros no se obtiene el mismo beneficio.
Los granos enteros o integrales incluyen la avena, la cebada, el arroz integral o salvaje y el trigo integral.
Aunque las personas con diabetes requieren de una buena fuente de magnesio, los granos, incluso los granos enteros no son una opción. De hecho, los granos deben ser de los alimentos que una persona que vive con diabetes debe eliminar de su dieta después de la fructosa y de otros azucares. Esto se debe a que, al igual que el azúcar, los granos ocasionan resistencia a la insulina, condición que suele ser la antesala de la diabetes. Los granos ocasionan cansancio, niveles inestables de azúcar en la sangre, distensión abdominal, aumento de la reserva de grasa, aumento de los triglicéridos e incremento de la tensión arterial.
El magnesio tiene funciones relevantes en el organismo, que incluyen una disminución del riesgo de muerte súbita. Se estima que hasta el 80% de la población tiene un déficit de magnesio. Para incrementar la ingesta de magnesio se recomienda comer aguacates, semillas crudas de calabaza y girasol, almendras, vegetales verdes como las espinacas y las acelgas, brócoli crudo, cacao orgánico crudo, frijoles blancos y negros, así como chícharos.