El bullying, es decir el acoso entre pares, no es una práctica nueva. La palabra «bullying» se utiliza para describir estos diversos tipos de comportamientos no deseados por niños y adolescentes, que abarcan desde esas bromas pesadas, el ignorar o dejar deliberadamente de hacer caso a alguien, los ataques personales, e incluso los abusos serios. A veces es un individuo quien hace el «bullying» y otras un grupo de alumnos.
Lo más importante no es la acción en sí misma, sino los efectos que produce entre sus víctimas. Nadie debe subestimar el miedo que un niño, o adolescente intimidado puede llegar a sentir.
Por tanto, estas situaciones de acoso, intimidación o victimización son aquellas en las que un alumno o alumna está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que llevan a cabo otros compañeros.
Por acciones negativas entendemos tanto las cometidas verbalmente o mediante contacto físico, como las psicológicas de exclusión.
No hay que confundir estas situaciones con los típicos altibajos que se producen en las relaciones entre los alumnos, especialmente a lo largo de la etapa de la adolescencia y preadolescencia. Los conflictos y las malas relaciones entre iguales, los problemas de comportamiento o de indisciplina son fenómenos perturbadores pero no son verdaderos problemas de violencia, aunque pueden degenerar en ellos, si no se resuelven de una forma adecuada.
En general, es posible citar una serie de características generales que pueden poseer los acosadores y las víctimas y que pueden ayudarnos a reconocer un caso de bullying:
El tipo más común de víctimas de bullying suele presentar algunas de las siguientes características:
-Son prudentes, sensibles, callados, apartados y tímidos.
-Son inquietos, inseguros, tristes y tienen baja autoestima.
-Son depresivos y se embarcan en ideas suicidas mucho más a menudo que sus compañeros.
-A menudo no tienen ni un solo buen amigo y se relacionan mejor con los adultos que con sus compañeros.
-En el caso de los varones, a menudo, son más débiles que sus compañeros.
Estas características hacen que sean un blanco fácil para los acosadores que se aprovechan de sus debilidades para llevar a cabo su acoso.
Los acosadores por su parte tienden a mostrar algunas de las siguientes características:
-Fuerte necesidad de dominar y someter a otros compañeros y salirse siempre con la suya.
-Son impulsivos y se enojan fácilmente.
-No muestran solidaridad alguna con los compañeros victimizados.
-A menudo son desafiantes y agresivos hacia los adultos, padres y profesores.
-Suelen estar involucrados en actividades antisociales y delictivas como vandalismo, delincuencia y drogadicción.
-En el caso de los varones son a menudo más fuertes que los de su edad y, en particular, que sus víctimas.
-No suelen tener problemas de autoestima.
Hay que señalar que cuando el acosador se encuentra en grupo se siente fortalecido y suele aumentar su violencia contra el acosado.
Todo esto debe ser observado desde la escuela para captar con rapidez un caso de esta índole que tanto suelen marcar a los que lo padecen.
¿Que debemos hacer ante un caso de bullying?
Por un lado la escuela debe adaptar sistemas de detección de este tipo de acoso mediante la denuncia anónima y castigos cuya intensidad va en función del acoso realizado, pudiendo llegar gasta la expulsión de la escuela.
Hay que ser muy cuidadosos con el tono empleado con el niño acosado, ya que estamos frente a un niño que ha perdido la confianza en sus semejantes. Es muy importante no culpar al niño de su situación y para ello es básico responsabilizar de la violencia a aquéllos que la ejercen y no a la víctima. El niño tiene que sentir que lo comprendemos.
También debemos ser conscientes de que a menudo el líder manipulador no es el mismo que ejerce la máxima violencia contra la víctima, dado que como buen manipulador ha conseguido rodearse de aliados que le hacen el trabajo sucio, y si no sabemos identificar bien quién es el líder manipulador la intervención sobre el grupo acosador fracasará.
En el ámbito de clase es el profesor la persona más apta para intervenir de manera adecuada dentro del contexto escolar.
Un buen plan de intervención consta de dos apartados: La intervención escolar y la intervención familiar (tanto con los padres del niño-víctima, como con los padres del niño-acosador y de los otros niños violentos).
El trabajo en el aula debe incluir el trabajo con los niños protagonistas, y con el resto del salón y para cada uno de estos grupos existen diferentes formas de actuación:
1) Con el niño víctima: Las actuaciones han de centrarse en tres ejes básicos:
.- Medidas de protección: Deben ser pactadas con el menor y no es aconsejable que duren más de tres meses.
.- Medidas de aceptación: Hay que ayudar al menor a aceptar su situación, evitando la negación y la huída, trabajar para que el niño víctima supere la auto-inculpación, todo ello, a través de charlas tutoriales.
.- Medidas de reconocimiento: Se basa en la aplicación de actuaciones que aumenten la autoestima del niño-víctima, pues hay que fomentar la valoración de su imagen pública dándole algún papel protagonista en la vida del aula.
2) Con el grupo de acosadores: Las actuaciones deben regirse por cuatro principios de actuación:
.- Control: Transmitir el mensaje claro de que no se va a permitir más violencia y dejar claras las medidas correctivas si ello continúa.
.- Detección: Hay que saber distinguir entre quién acosa y quienes lo secundan.
.- Responsabilidad: Hay que potenciar la responsabilidad de las propias actuaciones que van desde pedir perdón al niño-víctima hasta acciones concretas de compensación. Primero estas actuaciones han de ser supervisadas por un adulto y valoradas por el niño-víctima.
3) Con el resto del salón:
Este grupo debe ser considerado como víctimas secundarias del grupo acosador ya que han sido testigos de situaciones violentas y pueden poseer mucho miedo a ser tratados igual, al tiempo que hay mucha culpa, mayor en la medida que más edad tienen los alumnos, por no saber defender a la víctima. Por ello hay que actuar de acuerdo con los siguientes principios:
.- Fomentar la denuncia anónima
.- Acentuar la importancia de los valores y la sana convivencia
.- Promover la solidaridad, favoreciendo la aceptación del niño-víctima en la dinámica del salón.
En el entorno familiar del niño víctima de bullying:
Los padres del niño-víctima deben mostrarse en todo momento colaboradores y contener la angustia del niño. Nunca deben culpar al niño ni a ellos mismos.
Los padres siempre deben apoyar a su hijo y procurar elevar su autoestima.
Con respecto a los padres del niño acosador hay que ayudarles a reconocer que tienen un grave problema por resolver. Hay que lograr que ellos no permitan ni consientan más agresiones de su hijo y que vean la necesidad de recibir atención terapéutica especializada externa a la escuela.
Con respecto a los padres del grupo acosador también debemos ayudar a que reconozcan la necesidad de que sus hijos aprendan otras formas de relacionarse, para ello es básico que colaboren en pedir perdón a la víctima. Estos padres habrán de ayudar a sus hijos no permitiéndoles más agresiones mediante el auto-control de la violencia, a través del fomento de la autoestima y del desarrollo de un criterio propio que les proteja del sometimiento grupal y les facilite la inclusión en el salón de forma individual y no grupal. Algunos también requerirán tratamiento terapéutico externo y especializado.
Los casos extremos de bullying pueden llevar al suicidio. Es fundamental que exista una intervención multidisciplinaria para atender los casos y prevenir la generación de los mismos.