La enfermedad de Parkinson es un transtorno crónico-degenerativo del sistema nervioso central que provoca la pérdida del control de los movimientos, generando en los pacientes temblor involuntario, rigidez generalizada y dificultad para caminar.
Suele aparecer después de los 50 años de edad, aunque también puede surgir antes de los 40 años, denominándose Parkinson juvenil.
Se estima que a nivel mundial existen 25 millones de pacientes, mientras que en México se considera que podría haber 500 mil personas con esta enfermedad.
Los síntomas del Parkinson pueden aparecer lentamente, por lo que se dificulta detectarlos.
Entre los principales signos que pueden alertar sobre la presencia de esta enfermedad son:
* Temblor en manos, brazos, piernas y la mandíbula o la cabeza.
* Rigidez en tronco y extremidades
* Lentitud de movimientos
* Deterioro del equilibrio
* Inexpresividad facial
Estos signos pueden aparecer en un lado del cuerpo y luego extenderse al otro.
Se desconocen las causas de la enfermedad de Parkinson, pero se sabe que está relacionada con el deterioro de las neuronas que producen la dopamina, que es una sustancia encargada de trasmitir los impulsos de unas células nerviosas a otras y que permiten realizar los movimientos suaves del organismo.
La detección se realiza únicamente mediante la historia clínica y estudios neuropsicológicos, ya que ningún otro estudio o examen clínico permite diagnosticar la enfermedad de Parkinson.
Sin embargo, en ocasiones puede someterse al paciente a una tomografía por emisión de positrones para visualizar el estado de los receptores dopaminérgicos. En determinados casos, se utilizan la tomografía axial computarizada y la resonancia magnética, pero solamente para descartar otros padecimientos como tumores o trombosis cerebrales.
Cuando el paciente es diagnosticado y recibe el tratamiento adecuado, el desarrollo de la enfermedad puede retrasarse.
Pero cuando no se diagnostica oportunamente la enfermedad de Parkinson, los síntomas se agudizan y los pacientes desarrollan dificultad para llevar al cabo hasta las actividades más cotidianas como vestirse, bañarse, caminar, hablar o realizar cualquier tarea, provocando en el paciente depresión y muerte prematura.
La enfermedad de Parkinson no tiene cura, pero existen diversos tratamientos para mantener bajo control la enfermedad.
Los tratamientos pueden ser farmacológicos mediante medicamentos destinados a elevar la producción de dopamina o a reducir los síntomas.
En los casos en los que los tratamientos con medicamentos no funcionan, se recurre a cirugías de gran precisión, para colocar implantes que estimulen zonas del cerebro y así reducir el temblor corporal o para eliminar los circuitos cerebrales más dañados.
Parte fundamental del tratamiento de la Enfermedad de Parkinson es la terapia física que puede incluir actividades como fisioterapia, natación y caminata, lo que ayuda a reducir los daños en la movilidad, igualmente es relevante que el paciente evite la depresión mediante diversas terapias.
La depresión es una condición sumamente común en el paciente con la Enfermedad de Parkinson, de hecho se considera que uno de cada cuatro pacientes con depresión puede desarrollar Enfermedad de Parkinson. De ahí la importancia de evitar o en su caso tratar la depresión como factor que puede contribuir a prevenir la Enfermedad de Parkinson.
Diversos estudios revelan que la cafeína ejerce un efecto protector contra la enfermedad de Parkinson.