Las bacterias que causan infecciones graves en hospitales, como la Clostridium difficile, pueden ser detectadas por los perros, incluso en el aire que rodea a pacientes contagiados, revela un estudio realizado en el Centro Médico de la Vrije Universiteit en Amsterdam, Holanda.
El perro «Cliff» fue entrenado durante dos meses para detectar la bacteria C. difficile en pacientes contagiados.
Según los investigadores, estos animales pueden ser una herramienta útil para la prevención de estos brotes hospitalarios que causan graves problemas en todo el mundo.
Las superbacterias vuelan y se propagan en el aire «Cliff», es un beagle de dos años empleado para el estudio, detectó la superbacteria con un 83% de precisión.
Actualmente las pruebas de laboratorio para diagnosticar el contagio son lentas, costosas y pueden retrasar el inicio del tratamiento hasta por una semana, emplear a un perro en las salas de hospital para detectar a pacientes contagiados es una forma rápida, eficiente y popular para prevenir la propagación del microbio.
Las pruebas con «Cliff» fueron realizadas en dos hospitales en Amsterdam, donde igual que en otros países del mundo, se están llevando a cabo enormes esfuerzos para reducir las tasas de infecciones de C. difficile.
Para los propósitos de detección el perro no necesitó una muestra fecal o tener contacto físico con los pacientes, todo indica que los perros pueden detectar C. difficile en el aire que rodea a los pacientes. Por lo general la infección suele afectar a pacientes mayores que están siendo tratados con antibióticos, y provoca desequilibrios de la flora intestinal, diarrea, y en casos extremos, inflamación intestinal y muerte.
Aunque suele surgir más comúnmente en hospitales, la infección también ocurre en la comunidad, especialmente en los asilos de ancianos. Estudios anteriores mostraron que los perros, que tienen un sentido del olfato extraordinario, son capaces de detectar varios tipos de cáncer.
La idea de entrenar a un perro para detectar C. difficile surgió cuando los investigadores notaron que las heces contagiadas con la bacteria desprenden un olor específico. «Cliff», nunca antes había sido entrenado para aprender a detectar, fue instruido durante dos meses para oler la bacteria en muestras fecales y en pacientes contagiados, se le enseñó a indicar sentándose o acostándose cuando el microorganismo estaba presente.
A los dos meses se le puso a prueba, se le presentaron 50 muestras fecales positivas con C. difficile y 50 muestras negativas, que identificó con asombrosa precisión, señalando correctamente todas las 50 muestras positivas y 47 de las 50 muestras negativas.
Esto es el equivalente a una calificación de 100% en sensibilidad (la proporción de positivos correctamente detectados) y 94% en especificidad (la proporción de negativos correctamente identificados).
Posteriormente se llevó a «Cliff» a las salas de dos hospitales para probar sus capacidades de detección en pacientes. El perro logró identificar correctamente 25 de 30 pacientes contagiados (83% de sensibilidad) y 265 de 270 pacientes sin contagio (98% de especificidad).
Para los propósitos de detección el perro no necesitó una muestra fecal o tener contacto físico con los pacientes, los investigadores subrayan, que este estudio es una prueba de principio y que ahora se deben llevar a cabo investigaciones más amplias para comprobar el hallazgo.