Un estudio encabezado por la Dra. Natalya Maisel, del Sistema de Salud de Asuntos del Veterano de Palo Alto, en California, confirma que dos fármacos para enfrentar el alcoholismo serían los más indicados para tratar a los pacientes en distintas etapas de recuperación, porque actúan distinto en el cerebro.
Los fármacos, acamprosato (Campral) y naltrexona (ReVia), no producen adicción ni malestar cuando se mezclan con alcohol, son una buena primera opción para los bebedores que quieren dejar el alcohol, pero sin internación.
Una revisión de 64 estudios clínicos sobre esos medicamentaos reveló que el acamprosato era más efectivo para mantener sobrias a las personas que habían dejado de beber. La naltrexona ayudó a reducir el consumo excesivo de alcohol y evitar el síndrome de abstinencia.
En todos los ensayos clínicos, los participantes habían utilizado uno de esos fármacos o un placebo; además, los bebedores concurrían a sesiones de psicoterapia. En total, los estudios incluyeron a 11.000 personas.
Ambos fármacos actuaron mejor cuando los participantes no habían bebido por lo menos desde hacía algunos días antes del inicio del estudio o habían participado de un programa de desintoxicación.
El equipo de la Dra. Maisel, estima que habría que tratar con acamprosato a ocho adictos al alcohol para que uno deje de beber y que nueve deberían tomar naltrexona para evitar que uno vuelva a beber, los resultados del estudio se publicaron en la revista Addiction.
Para los especialistas en adicciones, los resultados tienen sentido debido a la acción de los medicamentos en el cerebro el acamprosato calma la actividad cerebral, de modo que puede estabilizar el cerebro alterado de un alcohólico que deja de beber. Pero si reincide mientras está usando el medicamento, el tratamiento no controlaría el síndrome de abstinencia.
En cambio, la naltrexona actúa en el sistema de recompensas y refuerzo del cerebro, de modo que si una persona bebe mientras está utilizando el fármaco, el tratamiento inhibirá algunas sensaciones positivas que produce el alcohol e impediría que vuelva a beber. Impide que un sorbo se transforme en una recaída.
La naltrexona evita que los bebedores en recuperación cedan a los deseos, como cuando pasan manejando frente a una licorería.
Ambos productos podrían ser un buen «primer paso» en el tratamiento del alcoholismo junto con la psicoterapia, en especial en los pacientes que no buscan ayuda por el tiempo y el dinero necesarios para el tratamiento intensivo, es recomendable que esos pacientes conversen con el médico sobre las opciones farmacológicas disponibles.