Actualmente la población a nivel global está atravesando por una epidemia de sobrepeso y obesidad. Y si bien hay acciones para reducirla, no hay acciones conjuntas, se debe crear un espacio interdisciplinario de encuentro, pues es un tema del que todavía se conoce poco y hay mucho para investigar. Con estas palabras la Dra. Mónica Katz, directora de la Carrera de Médico Especialista en Nutrición con Orientación en Obesidad de la Universidad Favaloro, en Argentina, abrió el Primer Seminario «Conducta alimentaria humana: hacia un abordaje sensorial de la obesidad».
La Dra. Katz asegura que entre las causas que se relacionan con la creciente epidemia de sobrepeso y de obesidad, los más populares son: el sedentarismo y el exceso en la ingesta.
Este enfoque es insuficiente y propone un novedoso abordaje de la problemática que deja atrás al concepto tradicional de dieta, relacionada con las severas restricciones en el tipo y en la cantidad de ciertos alimentos prohibidos.
La Dra. Katz plantea la necesidad de abordar la problemática del sobrepeso desde un enfoque diferente, donde no sólo tenga en cuenta a cada persona y a su contexto familiar y social sino que además incorpore un componente sensorial, se deben contemplar varios sistemas que actúan de forma articulada y en simultáneo, principalmente están: el emocional (vinculados con el stress), el homeostático (energía) y el hedónico (recompensa), estos tres a su vez interactúan con el sistema social y el medio ambiente, que como contexto también afectan a la personas.
Básicamente, nacemos con una sola preferencia innata: al gusto dulce y una sola aversión gustativa: al sabor amargo, las demás elecciones y preferencias son adquiridas por experiencias y aprendizaje asociativa.
Cuando comemos, incluimos significados como recuerdos inconscientes familiares, frases vinculadas a las comidas o indicaciones médicas escuchadas en consultorios y la televisión, que muchas veces son contradictorios entre sí.
Además, actualmente las investigaciones en neurociencias han demostrado que las emociones tienen un papel central en la toma de decisiones, incluyendo que alimentos preferimos sobre otros.
La experta explica qué es el mecanismo de la recompensa, lo que entra en juego a la hora de decidir qué comer y qué no, la comida predice una oleada de bienestar que, en última instancia, está generada por el nivel del neurotransmisor dopamina, cuando vemos alimentos sabrosos evocamos el momento en el que experimentamos placer por haberlos ingerido; el cerebro predice la recompensa con un pico de dopamina y genera una oleada de placer y bienestar que nos dirige a comerlo. Por supuesto, que el control lo tiene la persona. Aún personas con descontrol de los impulsos pueden aprender a retomar el control frente a la comida mediante técnicas o fármacos.
Algunas de las estrategias efectivas para trabajar con la sensación de saciedad, desde un punto de vista cognitivo y sensorial, es realizar laboratorios del gusto con ciertos alimentos, optar por alimentos con cualidades saciantes y trabajar con las porciones.