Investigadores del Centro Médico Wolfson de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, compararon dos regímenes de dieta (uno que planteaba un desayuno bajo en carbohidratos, y el otro un desayuno rico en proteínas y rico en carbohidratos), el grupo del postre con el desayuno perdió más peso tras ocho meses.
Aunque la restricción dietética con frecuencia resulta en una pérdida de peso inicial, la mayoría de personas obesas que hacen dieta no logran evitar recuperar el peso.
La pérdida de peso relacionada con la dieta con frecuencia provoca hambre y deseos de comer, al mismo tiempo que reduce la supresión de la grelina, una hormona que estimula el hambre.
Esto puede fomentar el aumento de peso. Pero un desayuno rico en proteínas y carbohidratos podría superar esos cambios compensatorios y prevenir la recaída de la obesidad.
Una combinación de proteínas y carbohidratos podría haber mantenido satisfechos a los participantes del estudio, pero también hay que prestar atención a la calidad de los alimentos que se consumen, señala la nutricionista clínica Lauren Graf, del Centro Médico Montefiore, en la ciudad de Nueva York. No se trata de animar a las personas a consumir muchas comidas con grasas trans, como las rosquillas, las galletas y los pasteles.
Las grasas trans, que son aceites parcialmente hidrogenados que se encuentran en los productos horneados y de otros tipos, pueden aumentar los niveles de colesterol en sangre.
El estudio incluyó a 193 mujeres y hombres obesos que tenían estilos de vida sedentarios pero que no sufrían de diabetes tipo 2. El índice de masa corporal promedio era de 32.2. Una medida de 30 se considera obesidad, mientras que por debajo de 25 se considera un peso normal. La edad promedio era de 47 años.
Los voluntarios del estudio se asignaron al azar a uno de dos grupos, cada uno permitiendo a los hombres 1,600 calorías diarias y a las mujeres 1,400 calorías diarias. Un grupo comía un desayuno rico en proteínas y carbohidratos, mientras que el otro grupo se asignó a una dieta baja en carbohidratos que incluía un desayuno de 304 calorías, con apenas 10 gramos de carbohidratos y 30 gramos de proteína. (Una manzana pequeña contiene 14 gramos de carbohidratos).
Al grupo de desayuno con postre se le permitió un desayuno de 600 calorías (casi el doble), lo que incluía 60 gramos de carbohidratos y 45 gramos de proteínas. Los tipos de proteínas incluyeron atún, claras de huevo, queso y leche desnatada. Ese grupo comía menos calorías en el almuerzo y en la cena que el grupo de carbohidratos bajos.
Tras cuatro meses, los voluntarios de ambos grupos perdieron unos 15 kilos. Sin embargo, durante los próximos cuatro meses, los que comieron los desayunos bajos en carbohidratos recuperaron 10 kilos en promedio. Pero los que comían postre con el desayuno siguieron perdiendo peso, y perdieron en promedio casi 7 kilos más.
Los investigadores especularon que los que hicieron dietas con dulces en el desayuno tenían niveles más bajos de grelina, la hormona del hambre, de forma que no tenían tanta hambre y era menos probable que desearan los alimentos que ya habían comido temprano en el día.
Los datos y conclusiones presentados en reuniones deben ser considerados como preliminares hasta que se publiquen en una revista médica revisada por profesionales.
Fuente: Montefiore Medical Center