La Organización Mundial de la Salud, reporta que en todo el mundo 350 millones de personas padecen depresión. En México, la Secretaría de Salud, estima que 10 millones de personas se encuentran afectadas por la depresión.
La depresión es un trastorno que no sólo afecta el estado de ánimo de la persona, sino su comportamiento, y la manera en que se desenvuelve con los demás; también afecta su estabilidad orgánica y física. Debe quedar muy claro que no se trata de un sentimiento pasajero de tristeza. Estamos hablando de una enfermedad psiquiátrica que requiere tratamiento inmediato. El paciente no tiene control sobre la depresión y no puede evitar sentirse así.
La depresión se caracteriza por ciertos signos y síntomas como: estado de ánimo triste, ó ansioso, con una duración mayor a 3 meses, sentimientos de desesperanza y pesimismo, pensamientos negativos y obscuros, pérdida de interés por actividades que antes solían disfrutar incluyendo la actividad sexual, disminución de energía, fatiga, agotamiento, problemas para concentrarse, recordar y tomar decisiones, insomnio, despertarse más temprano o dormir más de la cuenta, pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumento de peso, pensamientos de muerte o suicidio; intentos de suicidio, inquietud, irritabilidad, trastornos del sueño como insomnio o sueño excesivo, síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento médico, como dolores de cabeza, trastornos digestivos y otros dolores crónicos.
Las causas son variadas dependiendo de la etapa en la que se encuentre el paciente.
Algunos tipos de depresión tienden a afectar miembros de la misma familia, lo que sugiere que se puede heredar una predisposición biológica.
En algunos casos, la depresión severa se presenta generación tras generación. Sin embargo, la depresión severa también puede afectar a personas que no tienen una historia familiar de depresión. Sea hereditaria o no, la depresión severa está a menudo asociada con cambios en las estructuras o funciones cerebrales.
En los últimos años, la investigación científica ha demostrado que algunas enfermedades físicas pueden acarrear problemas mentales. Enfermedades tales como los accidentes cerebro-vasculares, los infartos del corazón, el cáncer, la enfermedad de Parkinson y los trastornos hormonales, pueden llevar a una enfermedad depresiva.
Las causas básicas de la depresión están asociadas a un trastorno en la liberación de ciertos neurotransmisores importantes. Los neurotransmisores son los mensajeros químicos del cerebro y, en caso de depresión, se ven alterados los siguientes: serotonina (íntimamente relacionada con la emoción y el estado de ánimo), acetilcolina (responsable de muchas de las estimulaciones musculares, y participa en la programación del sueño), catecolaminas: dopamina, (interviene en el deseo y en la sensación de placer), noradrenalina (puesta en “alerta máxima” de nuestro sistema nervioso) y adrenalina (la sustancia de la “acción” por antonomasia).
Estos mensajeros químicos se alteran por diversas causas como: anomalías estructurales cerebrales leves, trastornos del sueño o herencia genética. Por ejemplo, los investigadores han identificado un defecto en un gen llamado SERT, que regula la serotonina, que ha sido asociada a la depresión.
El diagnóstico, debe estar a cargo de un psiquiatra. Una buena evaluación diagnóstica debe incluir una historia médica completa, al igual que un exámen del estado mental para determinar si los patrones de habla, pensamiento o memoria se han afectado, como pasa algunas veces en el caso de depresión o trastorno bipolar.
La complicación más temida de la enfermedad es el suicidio, existe un alto porcentaje de pacientes con depresión, que intenta suicidarse, la deficiente calidad de vida para el paciente representa también una complicación.
El tratamiento depende de la severidad de cada caso y siempre debe estar a cargo de un psiquiatra.
Actualmente, existe una gran variedad de medicamentos antidepresivos y psicoterapias que se pueden utilizar para tratar los trastornos depresivos. La psicoterapia sin medicación es efectiva en algunas personas con formas más leves de depresión y los antidepresivos suelen recetarse en casos de depresión moderada o severa.
La mayoría de los pacientes obtiene un resultado óptimo con un tratamiento combinado de medicamentos para lograr un alivio relativamente rápido de los síntomas y psicoterapia para aprender a enfrentar mejor los problemas de la vida, incluyendo la depresión. El psiquiatra puede recetar medicamentos y recomendar la terapia psicológica idónea para cada sujeto, dependiendo del diagnóstico del paciente y de la seriedad de los síntomas.