Llegan las esperadas vacaciones y con ellas, muchas personas tienen la oportunidad de acudir a una playa o a algún centro recreativo, para tomar el tan ansiado descanso anual.
Pero como en todo, si algo no hacemos bien y exageramos, puede traer repercusiones serias y convertir nuestras vacaciones en un problema de salud. El Sol es vida y fuente de energía, por lo que debemos aprovechar sus beneficios que son muchos, pero también debemos cuidarnos de sus efectos nocivos, es por ello que debemos buscar un bronceado ideal, pero también la protección que impida el desarrollo de enfermedades y daños graves en nuestra piel.
Entre los beneficios que nos brinda el sol, están la luz, para la protección de nuestro sistema óseo, pero también están los beneficios que disfrutamos de forma individual cuando lo tomamos por placer, ya que por un lado nos proporciona una sensación de bienestar, relajación y buen humor que actúa como anti-estrés y por otro es muy importante para el organismo, porque permite la producción de vitamina D, necesaria para la fijación del calcio que logra la adecuada formación de los huesos y dientes.
Sin embargo la energía solar que llega a la Tierra, está formada por distintos tipos de radiación y aunque ya ha sido filtrada por la capa de ozono, que no permite el paso de los rayos gamma y los UVC o ultravioleta C, que son mortales, sí permite pasar otros que pueden dañar la piel, produciendo enrojecimiento, manchas, alergias, ronchas, quemaduras severas y hasta cáncer de piel.
Al salir de vacaciones es importante informarse sobre los rasgos culturales y gastronómicos del lugar al que vamos a viajar para poder adaptarnos más fácilmente. A continuación 10 consejos para cuidar su salud en vacaciones:
Aclimatarse. El cuerpo necesita 48 horas para acostumbrarse a un clima y a una altitud diferente. Por eso, se recomienda no hacer la actividad más exigente durante los primeros días y dejar que predomine el descanso.
Tampoco hay que pretender recuperar el tiempo perdido exigiéndose por encima de sus posibilidades. De lo contrario, podrán originarse lesiones que, en definitiva, lo conducirán al reposo.
Usar ropa cómoda. Para realizar excursiones o disfrutar del aire libre es conveniente usar prendas livianas que posibilitan no tener que removerlas, pero que además dan paso a la transpiración, un elemento clave para lograr el equilibrio en la temperatura del cuerpo.
Las prendas tipo «Hi-Drift», más conocidas como «Dry Fit», no sólo permiten el paso del aire, sino que por este mismo proceso facilitan el secado y el enfriamiento, luego del contacto con el aire, haciendo que la superficie del cuerpo se enfríe. Cuando, en cambio, la prenda es de algodón, el líquido producido como consecuencia de la sudoración queda en la ropa y la moja. Lo que en definitiva no es recomendable es la ropa sintética que no es dry fit, ya que nos hace sudar sin absorber el sudor.
Cuidar la alimentación. Implica asegurarse de que lo que estemos por consumir esté cocinado de manera adecuada y que haya estado bien conservado. Lo ideal es que la comida sea cocida y que llegue caliente al plato ya que la temperatura a más de 70 grados combate los virus y bacterias.
Cuando se viaja en auto es útil recurrir a los hidratos de carbono simples (sandwiches, por ejemplo), porque son de fácil y rápida digestión, lo cual disminuye la posibilidad de mareos o náuseas, a diferencia de las papas fritas o los snacks que poseen un alto contenido de grasas. También se puede optar por frutas o barras de cereal.
Prestar atención a las bebidas. La diarrea del viajero es una afección muy frecuente que suele estar vinculada a la ingesta de agua. Usted puede asegurarse de que el agua que bebe es potable. Para esto, se recomienda llevar pastillas potabilizadoras o ingerir bebidas envasadas.
Protegerse de los insectos. Cuidarse particularmente de las picaduras de insectos, que son los mayores transmisores de enfermedades.
Realizar chequeos. Se recomienda hacer un chequeo médico y odontológico para saber si uno está en condiciones de realizar las actividades propuestas en el lugar de destino. Observar si hay que aplicarse vacunas en caso de viajar a otro país.
Tener un seguro médico. La primera causa de muerte de la comunidad viajera está relacionada con accidentes, por eso la prudencia tiene que ser reforzada en las travesías.
Por otro lado, cuando se viaja se sugiere llevar las tarjetas de vacunación de los niños a mano, así como también los teléfonos de los médicos familiares.
Armar un botiquín. Para estar mejor preparados es importante llevar siempre en la maleta un botiquín de viaje que contenga, guantes de látex, gasas, una pinza de depilar. También es útil llevar jabón antiséptico, solución de yodo, vendas, un encendedor, tijeras, apósitos, una jeringa y cinta adhesiva, pomada antibacteriana y cicatrizante, gasas, una loción antibiótica y una antialérgica.
No olvidarse del sentido común. Los viajes hacen que este más deshinibido y se exponga a condiciones a las que no está habituado. Es fundamental ser prudentes en todo. Que el viaje sea una situación placentera y que no incurra en riesgos innecesarios.