La fructosa, o levulosa, es una forma de azúcar encontrada en las frutas y en la miel. Es un monosacárido con la misma fórmula que la glucosa, pero con diferente estructura.
Todas las frutas naturales tienen cierta cantidad de fructosa (a menudo con glucosa), que puede ser extraída y concentrada para hacer un azúcar alternativo.
La fructosa ha sido utilizada tradicionalmente como edulcorante para los diabéticos.
La fructosa endulza más que el azúcar y contiene 4 kilocalorías por gramo. La fructosa se utiliza como edulcorante para los diabéticos ya que tomada en dosis moderadas no requiere de insulina para ser metabolizada. A diferencia del azúcar refinada que se absorbe instantáneamente produciendo una subida y una bajada rápida de energía, la fructosa es metabolizada y guardada, en parte, por el hígado en forma de glucógeno como reserva para cuando necesitemos hacer un esfuerzo. La fructosa produce escasos efectos en el nivel de glucosa en la sangre y no estimula la secreción de insulina. Resulta ideal en dietas que necesiten tener lo más equilibrado posible los niveles de insulina (diabéticos, deportistas y sobre todo personas que quieren adelgazar)
En exceso, favorece el aumento de los triglicéridos en sangre, hecho que se ha de contemplar en caso de hipertrigliceridemia.