Síndrome de Blanca Nieves

La competencia con la hija de compararse constantemente con ella y demostrarle que es más inteligente que ella, más bella o más deseable

El Síndrome de Blanca Nieves es un estado depresivo o pre-depresivo que tiene lugar en la mujer al llegar a la edad madura, en el que se cuestiona su vida pasada, anhela la belleza de la juventud y manifiesta una ansiedad excesiva por conseguir una nueva pareja.

Como todo síndrome, se trata de una relación de variables múltiples y complejas, que pueden desglosarse en…

•Temor a una vejez en soledad.
•Ansiedad manifestada ante la belleza de otras mujeres más jóvenes.
•Rabia contenida por haber dedicado su vida al cuidado de los hijos, sin más compensación que el desgaste vital.
•Desesperación por mantener relaciones con hombres que reafirmen sus atractivos.
•Aumento de la frecuencia de las salidas a lugares donde se buscan relaciones interpersonales.
•Preocupación excesiva por la salud y la belleza.
•Tristeza ante la alegría de otras mujeres que han conseguido encauzar su vida en pareja.
•Ingesta compulsiva y aumento en el consumo de alcohol.
•Distorsión del autoconcepto.
Cada fin de semana, miles de mujeres se contornean en discotecas y bares de copas en busca de las miradas de hombres maduros, y de jóvenes dispuestos a apreciar la belleza de una mujer madura. Comportamiento habitual, que en épocas pasadas hubiera sido censurado de forma contundente y que está adquiriendo tintes masivos, cuya muestra más evidente es la invasión de los espacios juveniles de diversión por personas maduras en busca de contactos, en su mayoría alegando que «sólo van a bailar».

Uno de los aspectos que definen este síndrome resulta de la indefinición del autoconcepto, por el que algunas de las mujeres que padecen del Síndrome de Blancanieves se perciben merecedoras de algo mejor a lo que se les ofrece normalmente. De esta manera rechazan numerosos pretendientes que pudieran acabar con su situación de soledad afectiva. Una distorsión de la propia imagen les lleva a no ponderar adecuadamente sus atributos femeninos internos y externos, y se convierte en una trampa que sólo les procura infelicidad.

El problema de estas «nuevas adolescentes» es que no cuentan con ningún referente cercano, hasta ahora no había tenido lugar semejante concentración de personas en edad madura en busca de compañía, no hay una pauta a seguir; todo comportamiento representa un riesgo y todo es improvisado en una jungla donde la experiencia del otro ya no nos sirve.

La vuelta a las intrigas de amoríos, la dura competencia en busca de un macho alfa, el deseo de resurgir del brazo de un señor con medios… Todo se convierte en un mundo nuevo donde vale cualquier cosa con tal de compensar el sufrimiento de un duelo de juventud que ya pasó.

El estudio del comportamiento de las mujeres separadas de ahora, de sus anhelos, sus gozos y sus sombras no ha hecho más que empezar. Muy pronto, psicólogos y sociólogos comenzaran a catalogar, medir y determinar los valores de este nuevo grupo social, un nicho social que no debe quedar sin estudiar.

Claro que los hombres tienen su síndrome, y que expían sus penas de soledad en estos lugares, en fiestas de «singles» o en cruceros exprofeso para solteros y solteras. Pero la historia de los hombres solos es otra historia.

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