Intoxicación por monóxido de carbono

La inhalación masiva del monóxido de carbono provoca convulsiones, coma y muerte fulminante.

Muchas personas mueren cada año como consecuencia de una intoxicación por monóxido de carbono. La mayoría de estos casos está relacionada con el uso de braseros o de artefactos de gas instalados de forma incorrecta o deficiente, o ubicados en ambientes carentes de la ventilación adecuada.  

El monóxido de carbono es un gas altamente venenoso para las personas y los animales, que se mezcla totalmente con el aire, resultando difícil de reconocer pues:

NO TIENE COLOR (INCOLORO)
NO TIENE OLOR (INODORO)
NO TIENE SABOR (INSÍPIDO)
NO IRRITA LOS OJOS NI LA NARIZ

Todo artefacto usado para quemar algún combustible puede producir monóxido de carbono si no está asegurada la llegada de oxígeno suficiente a la llama. Por lo tanto puede haber producción de monóxido de carbono en calefones, termotanques, estufas y cocinas a gas,  hogares o cocinas con leña, braseros, parrillas a leña o carbón, hornos a gas o leña, anafres, calderas, motores de combustión, etc.

Según las estadísticas de un total de 778 consultas registradas por sospecha de intoxicación con monóxido de carbono, casi la mitad (47%) se relacionaron con la presencia de braseros en el hogar. En segundo lugar aparecen las estufas (26%), sin especificar el tipo de combustible que utilizaban (petróleo, alcohol, leña o gas).

Esto se debe a que los calentones funcionan como calentadores de agua en forma instantánea, para lo cual la potencia calórica que utiliza es importante, alrededor de 20.000 Kcal/h. Suelen generar problemas cuando están instalados en baños o tienen conductos defectuosos de evacuación de gases o se ha olvidado la reposición correcta de estos conductos.

La mayoría de los casos de muertes por monóxido de carbono, están relacionados con instalaciones irregulares, y con desplazamiento o ausencia de los conductos de ventilación de calentones.

Las intoxicaciones por monóxido de carbono son más frecuentes en estas épocas de frío, porque aumenta el uso de calefactores y porque suelen cerrarse las puertas y ventanas impidiendo la llegada de aire fresco y la salida de gases tóxicos.

No es necesario que haya un artefacto especial para que se produzca Monóxido de carbono ya que puede estar presente en todo lugar que haya fuego, como ocurre en los incendios, o en las quemas de basura.

Tal como se mencionó, este gas no tiene olor, ni color, ni sabor y no irrita los ojos ni la nariz, por lo tanto no debe confiarse en estas percepciones para detectar la presencia del veneno en el ambiente. Sin embargo, hay algunos indicios que pueden hacer sospechar de que hay monóxido de carbono en el ambiente, tales como: Coloración amarilla o naranja de la llama, en lugar del azul normal. Aparición de manchas, tiznado o decoloración de los artefactos y olores extraños o no habituales durante el funcionamiento de los artefactos a gas. 

El monóxido de carbono ingresa al organismo a través de las vías respiratorias y desde ahí pasa a la sangre donde ocupa el lugar del oxígeno. Así reduce la capacidad de la sangre para transportar oxígeno y hace que las células no puedan utilizar todo el oxígeno que les llega. La falta de oxígeno afecta principalmente al cerebro y al corazón. Los síntomas se confunden a menudo con los de la gripe o de una intoxicación alimentaría, una intoxicación leve tendrá como manifestaciones: debilidad, cansancio y tendencia al sueño, dolor de cabeza, náuseas y vómitos, dolor de pecho y pulso rápido al principio.

Una intoxicación grave puede producir: temperatura corporal baja, inconsciencia, respiración irregular y superficial; el paciente puede dejar de respirar, convulsiones, pulso lento, que puede ser irregular y tensión arterial baja. El paciente puede tardar varias semanas en restablecerse si ha sufrido una intoxicación grave, pueden presentarse recaídas hasta cuatro semanas después del restablecimiento aparente. Algunas personas quedan con una lesión permanente del cerebro y con problemas de memoria.

Si la chimenea o conducto de evacuación está obstruido o desconectado total o parcialmente, los gases quemados pueden acumularse en la habitación. Esto puede resultar fatal, lo mismo sucede si el conducto de evacuación manda los gases a un local sin suficiente ventilación, como es el caso de una estufa de tiro balanceado que envía el producto de su combustión a un balcón que esta cerrado.

El horno, utilizado como calefactor, es un elemento muy peligroso por la cantidad de gas que quema, siendo un elemento que ha ocasionado numerosos accidentes.

Deja un comentario