La esquizofrenia

Las personas con esquizofrenia suelen manifestar síntomas específicos como:
– alucinaciones
– escuchan voces
– están convencidos de que otras personas pueden leer su mente,

La esquizofrenia es una enfermedad psiquiátrica y neurológica, considerada crónica, grave e incapacitante. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, afecta al 1 % de la población global. En México, estimaciones de la Secretaría de Salud, refieren que actualmente 500 mil personas padecen esquizofrenia en el país.
La esquizofrenia afecta al hombre y a la mujer con la misma frecuencia. Esta enfermedad tiende a producirse en una edad más temprana en el hombre, generalmente entre los 16 y 24 años, mientras que en la mujer generalmente se produce entre los 20 y los 35 años de edad.

Las personas con esquizofrenia suelen manifestar síntomas específicos como:
– alucinaciones
– escuchan voces
– están convencidos de que otras personas pueden leer su mente, controlar sus pensamientos.
– creen que algunas personas pueden conspirar contra ellos.
Estos síntomas causan temor y retraimiento. El habla y el comportamiento son afectados y pueden tornarse irracionales.

No se conoce con exactitud la causa de esta enfermedad. Se sabe que esta enfermedad tiene ciertos factores hereditarios que la hacen predisponente. Las personas que tienen un pariente cercano con esquizofrenia tienen una probabilidad mayor de desarrollar la enfermedad. Una persona que tiene padre o madre enfermo tiene apróximadamente una probabilidad del 10%, en la población general este riesgo se estima en 1%.

Los científicos están estudiando los factores genéticos de la esquizofrenia. Es probable que múltiples genes estén implicados en la predisposición a la enfermedad. Además, es posible que factores tales como dificultades prenatales, malnutrición intrauterina, infecciones virales durante la gestación, complicaciones peri natales y otros factores contribuyan a que se produzca la enfermedad. Aún no se conoce cómo se transmite la predisposición genética y no se puede predecir si una persona en particular desarrollará o no la enfermedad.

Actualmente se están investigando varias regiones del genoma humano para identificar los genes que confieren susceptibilidad a la esquizofrenia. La evidencia más sólida hasta la fecha indica que los cromosomas 13 y 16 pueden estar implicados, pero esto aún no se ha confirmado. La identificación de los genes específicos que participan en el desarrollo de esta enfermedad proporcionará información importante sobre qué es lo que deja de funcionar en el cerebro y permitirá el desarrollo de mejores tratamientos.

En cuanto a si existe una afectación neurológica, se ha observado que los neurotransmisores, substancias que permiten la comunicación entre las células nerviosas, están implicados en el desarrollo de la esquizofrenia. Es probable, aunque no se sabe con certeza, que el trastorno se deba a un desequilibrio de los sistemas químicos complejos e interrelacionados del cerebro. También es probable que los neurotransmisores dopamina y glutamato estén implicados. Esta área de investigación es prometedora.

En varios estudios se han descubierto anormalidades en la estructura del cerebro. Por ejemplo, una dilatación de las cavidades llenas de fluido llamadas ventrículos, y un encogimiento de ciertas regiones. También se han descubierto anormalidades en las funciones. Por ejemplo, una reducción de la actividad metabólica en ciertas regiones del cerebro. Debe enfatizarse que éstas son anormalidades sutiles y no se observan en todas las personas con esquizofrenia. Tampoco ocurren únicamente en las personas que sufren la enfermedad. Los estudios microscópicos del tejido cerebral obtenidos después de la muerte del paciente muestran cambios menores en la distribución y el número de las células cerebrales. Aparentemente muchos de estos cambios, aunque probablemente no todos, se producen antes que la persona se enferme.

Se cree que la esquizofrenia puede ser, en parte, un trastorno del desarrollo del cerebro, hasta ahora se ha descubierto que la esquizofrenia se produce cuando las neuronas forman conexiones incorrectas durante el desarrollo del feto. Estos defectos pueden no manifestarse hasta la pubertad, cuando los cambios cerebrales que ocurren normalmente durante esta etapa de maduración interactúan adversamente con las conexiones defectuosas. Estos estudios de investigación han motivado esfuerzos para identificar los factores prenatales que producen estas anormalidades en el desarrollo cerebral.

No existe una prueba diagnóstica definitiva para la esquizofrenia. El psiquiatra realizará el diagnóstico basándose en una evaluación del historial de la persona y de su sintomatología. Para establecer el diagnóstico de esquizofrenia, los síntomas deben durar por lo menos 6 meses y asociarse con deterioro significativo del trabajo, los estudios o del desarrollo social. La información procedente de la familia, amigos o profesores con frecuencia es importante para establecer cuándo comenzó la enfermedad.

El médico deberá descartar la posibilidad de que los síntomas psicóticos del paciente estén causados por un trastorno afectivo. Con frecuencia se realizan análisis de laboratorio para descartar el abuso de sustancias tóxicas o un trastorno subyacente de tipo endocrino o neurológico que pueda tener algunas características de psicosis. Ejemplos de este tipo de trastornos son los tumores cerebrales, la epilepsia del lóbulo temporal, las enfermedades autoinmunes, la enfermedad de Huntington, las enfermedades hepáticas y las reacciones adversas a ciertos medicamentos.

Las personas con esquizofrenia tienen anormalidades cerebrales que pueden ser vistas en una tomografía computadorizada (TC) o en una resonancia magnética (RM). Sin embargo, los defectos no son lo suficientemente específicos para ayudar al diagnóstico de esquizofrenia en un paciente aislado.

Las personas con esquizofrenia tienen un riesgo mayor de presentar problemas de drogadicción y consumo de alcohol. Además un paciente que no recibe tratamiento puede provocar accidentes o manifestar una conducta violenta que puede llegar a tener consecuencias para si mismo o para otras personas. Por ello, recibir tratamiento es fundamental.

El tratamiento de la esquizofrenia consiste en un manejo médico integral personalizado de acuerdo a la severidad de cada caso.
De cualquier manera, es necesaria la administración de medicamentos antipsicóticos bajo la supervisión de un psiquiatra, ya que la enfermedad se relaciona con un desequilibrio bioquímico. Estos medicamentos reducen las alucinaciones, los delirios y los pensamientos relacionados con la persecución y el estado de ansiedad; sin embargo, algunos medicamentos antipsicóticos tienen efectos secundarios como: sequedad en la boca, vértigo, somnolencia y estreñimiento. Otros efectos son agitación, temblores, espasmos musculares, calambres y rigidez. Un efecto secundario irreversible es la diskinesia, que causa movimientos anormales en la boca, cara y luego en los brazos y piernas.

Por otra parte, la psicoterapia y otras terapias de apoyo abordan las respuestas emocionales y prácticas a estas enfermedades y típicamente se recomiendan de forma paralela al tratamiento medicamentoso.

Las alucinaciones, los delirios y el aislamiento causados por la esquizofrenia pueden perjudicar las relaciones de una persona con los demás, su vida diaria, su crecimiento espiritual y su habilidad para realizar un trabajo. La psicoterapia individual ayuda a los pacientes a comprender sus emociones y hacer frente a sus problemas con más confianza y en una forma más sana. La terapia de grupo le permite a los pacientes aprender a actuar socialmente y obtener apoyo emocional en tiempos difíciles al mismo tiempo que ellos le brindan apoyo a los demás.

La terapia ocupacional ayuda a los pacientes a volver a realizar sus tareas diarias y rutinas, que podrían haberse visto impedidas debido a la enfermedad mental. La terapia de actividades se concentra en los problemas a través de actividades recreativas y de grupo.

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