Enfermedades del corazón y embarazo

Una mujer con alguna enfermedad del corazón que se embaraza debe redoblar su cuidado prenatal.

La asociación entre enfermedades del corazón y embarazo se estima en alrededor de 1%. La mayoría de los casos corresponde a problemas en las válvulas del corazón por Fiebre Reumática. En segundo lugar se encuentra la llamada cardiopatía congénita, es decir los defectos de nacimiento en el corazón. La importancia de esta asociación es que, pese a los riesgos que conlleva tanto para la madre como para el feto, su adecuado manejo obstétrico conducirá, la mayoría de las veces, a un buen resultado perinatal.

Los cambios fisiológicos que tienen lugar durante el embarazo significan un desafío a la reserva funcional del sistema cardiocirculatorio que no podrá ser adecuadamente sobrellevado en las pacientes de mayor gravedad, lo que se manifestará por grados variables de insuficiencia cardiaca congestiva, edema pulmonar agudo y, eventualmente, la muerte.
 La morbilidad para la mujer con una enfermedad del corazón que se embaraza dependerá del tipo de cardiopatía y de la capacidad funcional al momento de la concepción. Las enfermedades del corazón que revisten mayor riesgo de descompensación son aquellas que presentan una resistencia fija al aumento de demanda circulatoria (ej. estenosis mitral, coartación aórtica); las con cortocircuito de derecha a izquierda (ej. tetralogía de Fallot) y la hipertensión pulmonar (considerada por sí sola como la condición de mayor gravedad).

Existen tres momentos de especial riesgo de descompensación, ya sea por aumento o por disminución brusca de los volúmenes que deberá manejar un ventrículo insuficiente, los cuales deben ser enfrentados con especial precaución. El primero de ellos es al final del 2 trimestre (entre las 28 y 32 semanas de gestación), que corresponde al período de mayor expansión de volumen plasmático; el segundo es durante el trabajo de parto y parto, en que durante las contracciones uterinas se produce flujo de sangre desde la circulación útero-placentaria hacia el sistema cava, con el consiguiente aumento del débito cardíaco en 15 – 20%. Por otra parte, el pujo materno en el período del expulsivo, por un efecto mecánico compresivo, genera una disminución del retorno venoso que puede llegar a ser crítica. Finalmente, el tercer período clave corresponde al del puerperio precoz porque una vez producido el alumbramiento e iniciada la retracción uterina, se libera la obstrucción mecánica de la vena cava con aumento del retorno venoso, asociado a lo cual existe un aumento de la resistencia vascular sistémica, y un rápido flujo de sangre desde la circulación útero-placentaria, cambios todos que deberán ser manejados por el corazón. En este período pueden ocurrir también episodios de disminución del volumen circulatorio, secundarios a sangrado mayor al normal (inercia uterina, retención de restos placentarios y desgarros del canal del parto).



El resultado perinatal también se encuentra comprometido cuando existen enfermedades del corazón, y en directa relación con la capacidad funcional materna al momento del embarazo. En este caso la explicación fisiopatológica se encuentra relacionada con una insuficiencia del riego útero-placentario (insuficiencia cardíaca) y con falta de oxígeno (cardiopatía cianótica), con la consiguiente disminución del aporte de oxígeno y nutrientes al feto.
 La morbilidad asociada corresponde principalmente a parto pretérmino: 20-30% de los embarazos (2 ó 3 veces mayor que la población general). Existe, además, un aumento de la mortalidad perinatal a expensas principalmente de la prematurez, para lo cual se señalan cifras de entre 15-30%




Deja un comentario