Como delatar a un mentiroso

Los mentirosos tienen ciertas conductas que revelan un gran esfuerzo mental por recordar los hechos de su historia ficticia.

Todos los programas de televisión relacionados con casos criminales ponen especial énfasis en la capacidad de los agentes de detectar cuando el sospechoso está diciendo la verdad o una mentira.

Los científicos dedicados a la psicología han dedicado más de medio siglo en encontrar técnicas que permitan determinar cuando una persona no está diciendo la verdad. De hecho, la mayoría de nosotros tenemos la capacidad de darnos cuenta, generalmente en un 50 por ciento de los casos, de que nos están mintiendo, pero por supuesto debemos tener en cuenta que la posibilidad que tenemos de equivocarnos es la misma que de acertar en cuanto a la veracidad de la información que estamos recibiendo de nuestra contraparte.

El psicólogo cognitivo Aldert Vrij, de la Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido ha empleado ciertas claves para mejorar las técnicas de interrogación: la mente humana, a pesar de sus impresionantes habilidades, tiene una capacidad limitada en cuando a la cantidad de pensamientos que puede manejar a la vez; por lo tanto demandar pensamientos adicionales a la carga cognitiva puede comprometer la manera normal de procesar la información. Mentir es mucho más demandante desde el punto de vista cognitivo que decir la verdad, por lo que cuando se comprometen estas habilidad, pueden detectarse ciertos comportamientos clave para delatar a un mentiroso. Recordar una historia no cierta requiere de un mucho mayor esfuerzo mental, ya que es necesario retener cada uno de los puntos de la historia inventada y no contradecirse. Recordar una ficción es mucho mas demandante que narrar algo que realmente ocurrió. Además, el mentiroso está tan preocupado por que su historia resulte creíble que tiende a controlar su comportamiento y “parecer honesto” drena energía. Además el mentiroso  está constantemente monitoreando a la persona a la cual trata de convencer de la veracidad de su dicho y debe eliminar de su mente los hechos reales para que no se le vaya a escapar algún detalle, algo que también requiere de energía.

Total que decir la verdad resulta automático y no requiere esfuerzo y mentir es exactamente lo opuesto: resulta intencional, deliberado y exhaustivo.

El psicólogo Vrij y sus colegas describieron los resultados de sus investigaciones y los publicaron en la revista Current Directions in Psychological Science.

Entre las estrategias que el Psicólogo Vrij propone figura el que los posibles mentirosos cuenten su historia al revés. Narrar los hechos hacia atrás impone una carga cognitiva porque impide visualizar la secuencia natural de los eventos. También trastoca la reconstrucción normal de los eventos pasados empleando esquemas mentales que dan coherencia a hechos aislados. Puesto que los mentirosos ya agotaron sus recursos cognitivos, encuentran este ejercicio mental poco familiar, más complicado que los que dicen la verdad, con lo cual se incrementa la posibilidad de que se delaten. En su laboratorio el Psicólogo Vrij puso este método en práctica con un grupo en el cual la mitad metía y la otra mitad decía la verdad. Posteriormente, observaron las grabaciones de las entrevistas completas y detectaron más pistas de engaño en los mentirosos que tenían que realizar esta labor. Los observadores “cacharon” 42 por ciento de las mentiras al narrar la historia de principio a fin y 60 por ciento de las mentiras al hacer el ejercicio inverso.

Otra estrategia empleada por el psicólogo Vrij fue el hecho de que los sospechosos mantuvieran el contacto visual. Cuando las personas se tienen que concentrar en contar una historia en forma precisa, lo cual deben hacer los mentirosos más que los que dicen la verdad, típicamente miran hacia un punto estático, sin movimiento, más que en dirección de la persona con la cual mantienen una conversación. Eso ocurre porque mantener el contacto visual distrae y hace la narración más difícil. Los observadores en el laboratorio de Vrij, encontraron mayor número de pistas de engaño en los mentirosos que tenían que mantener el contacto visual con su interlocutor.


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